Experiencias personales con el método “si no te gusta me despides”.

Casi todos los trabajadores aceptan o soportan algunas ilegalidades laborales de la empresa en la que trabajan. Son menos, pero aún así la gran mayoría, los que aceptan todas las ilegalidades que les vengan, es decir que las que no sufren es solo porque no se las imponen. Luego tenemos a los padefos, que no solo lo aceptan todo sino que además dicen que es lo mejor que se puede hacer e incluso le quitan importancia al asunto. Pero también tenemos a una ¿pequeña? parte de trabajadores que no tragan con ninguna o casi ninguna ilegalidad.

Estos trabajadores, que tragan menos que el desagüe del Titanic, suelen empezar tragando más o menos como todo el mundo, pero hay un momento en el que se les enciende la bombilla, en el que se toman las espinacas de Popeye, en el que se caen en la marmita de poción mágica como Obelix… un momento en su vida laboral en el que les pasa algo que les hace decir “hasta aquí hemos llegado”. Los trabajadores que participan en Laboro ya hablaron de cuál fue ese momento detonante en otro artículo de esta sección “cuenta tu caso” (enlaces al final).

Pero ahora vamos a darles la oportunidad a esos trabajadores de contar algo mucho más importante, que es lo que pasó después de que se negaran a seguir tragando. Cuando se negaron a hacer horas extras ilegales, a hacer trabajos de categoría superior no remunerados, a coger el teléfono o contestar emails fuera de su jornada… Cuando empezaron a hablarle al jefe igual de mal que les habla él a ellos, cuando empezaron a decirle al jefe que si no le gusta que les despidan, cuando empezaron a salir a su hora aunque el jefe aún estuviera allí… ¿Qué hizo la empresa? ¿Os despidió instantáneamente como decía la empresa y los compañeros? ¿Os empezó a acosar?

Podéis estar seguros de que hay muchos casos en los que el trabajador “se pone chulo” y resulta que o no pasa nada o pasa muchísimo menos que lo que el propio trabajador se esperaba. Porque la realidad es que a los empresaurios no les importa pagar la indemnización de despido solo cuando ellos llevan la iniciativa, es decir cuando el despido le jode al trabajador o al menos lo teme. Pero si la iniciativa la lleva el trabajador, que con su comportamiento dice “despídeme si quieres” o incluso “despídeme si te atreves” o hasta “despídeme si puedes”, entonces no, entonces no quieren pagar el despido. Claro que también hay casos de los otros. Por eso, los que hayáis dejado de tragar tenéis que contar vuestro caso para que lo conozcan los otros miles de trabajadores que leen Laboro. Así a lo mejor a alguno le sirve para algo, sobre todo a los que sufren acoso. Concretamente, la propuesta es que al menos contéis lo siguiente:

  • ¿Qué hizo la empresa cuando os pusisteis chulos?
  • ¿Qué hicisteis vosotros luego?
  • ¿Cómo acabó el asunto? Si es que ha acabado.
  • ¿Mereció la pena?

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