Si la selección fuera una empresa española

Mucha gente piensa que la razón fundamental de los éxitos de las selecciones de fútbol, baloncesto, balonmano o waterpolo es la motivación. Ahora vamos a imaginarnos que estas selecciones fueran dirigidas por el empresario medio español o mejor aún por el "gran" empresario medio español, tipo Díaz Ferrán. ¿Qué pasaría?
  • La prima por la victoria no la cobrarían los jugadores, sino los directivos.

  • A los jugadores se les diría que su premio consiste en seguir en la selección.

  • No se seleccionaría a los mejores jugadores en términos absolutos, sino a los mejores dentro de los que aceptarán:
    • Cobrar poco.
    • Entrenar mucho.
    • Que el entrenador les tratara con desprecio o en el mejor de los casos con indiferencia.
    • El resto de condiciones que hay en este listado.

  • Cuando un jugador cometiera algún fallo en los entrenamientos, sería recriminado o incluso ridiculizado públicamente para que los demás supieran que quien manda, manda.

  • Si los resultados no fueran buenos, los jugadores tendrían que entrenar más horas cobrando lo mismo.

  • Si los resultados siguieran siendo malos, se empezarían a expulsar jugadores del equipo. Cada vez habría menos banquillo e incluso se llegarían a jugar partidos con menos de 11 jugadores y aún así se mantendrían los objetivos.

  • Los jugadores con graves lesiones serían expulsados del equipo.

  • Los jugadores son lesiones menores serían llamados cada dos por tres por una mutua contratada por el equipo, que no les daría ningún tratamiento y les diría que ya es hora de ponerse a jugar y dejar de hacer el vago.

  • Si el equipo empezara a jugar bien y a tener éxitos, la directiva subiría los precios de las entradas pero los jugadores seguirían cobrando lo mismo. Incluso se programarían más partidos para aprovechar el tirón.

  • A los jugadores les pagarían parte de su sueldo en dinero negro.

  • Sólo el entrenador y el capitán del equipo tendrían contrato para toda la temporada. Para cada partido se contratarían 10 jugadores temporales y si se lesionara alguno se contrataría a otro sobre la marcha.

  • Los horarios de los entrenamientos y partidos serían los que a la directiva les viniera mejor para su vida privada.

  • A los jugadores se les diría constantemente que cualquier espectador estaría dispuesto a ocupar su lugar.

  • Los jugadores cobrarían menos de lo que las propias normas de la Federación dijeran.

  • Si se vendieran menos entradas se bajaría el sueldo de los jugadores o algunos serían expulsados del equipo.

  • Los jugadores tendrían contrato de recogepelotas.

  • Casi todos los jugadores habrían jugado en varios equipos durante los últimos años y habrían pasado por varias etapas de meses o años sin jugar.

  • Si la liga en general no produjera beneficios o se sospechara razonablemente que los puede dejar de producir, se modificarían las reglas para que a los jugadores les pudieran quitar la mitad del sueldo a cambio de entrenar la mitad.

  • Expulsar a un jugador costaría menos si se vendieran pocas entradas.

  • Muchos jugadores jugarían mal a propósito.

  • Muchos jugadores desearían que su equipo perdiera o, en el mejor de los casos, les daría lo mismo.

  • La gran mayoría de los jugadores odiarían al entrenador o bien les inspiraría miedo, risa o indiferencia.

  • Casi todos los jugadores estarían deseando cambiar de equipo o incluso quedarse sin equipo y cobrar el paro.

Todo esto parece broma pero es en serio. Parece broma porque todos pensáis que nadie dirige así un equipo porque sabe que perdería todos los partidos y que ningún jugador bueno querría jugar en un equipo así. Pero ¿y si todos los equipos fueran así? La respuesta es obvia: ganaría el menos malo, el que más suerte tuviera por razones que ni ellos mismos se explicarían, pero cuando tuvieran que competir con equipos de otras ligas serían masacrados. Tanto que la mayoría de los equipos nunca se plantearía salir fuera sino que sólo jugaría dentro, aunque fuera mal, porque así juega todo el mundo.

La realidad fuera de toda duda y de toda broma es que casi todas las empresas españolas se dirigen de esta manera. Muchos de vosotros, por no decir casi todos, no habréis conocido ni conoceréis nunca una empresa que no se dirija así a no ser que emigréis a un país civilizado laboralmente. Quien lo dude que lea nuestros estudios. La reforma laboral va a profundizar aún más en esta filosofía laboral. Es como el chiste de los remeros. Si una barca con diez directivos y dos remeros no gana, la culpa es de los remeros que pesan mucho, por lo que echan a un remero.

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