Por qué los abogados “laboralistos” te dicen que pides mucho.

Una de las artimañas más habituales de los abogados “laboralistos”, que no laboralistas, es pedir en la demanda mucho menos de lo que se pueda pedir. Pero no es un truco en beneficio de los trabajadores sino en beneficio de los propios “laboralistos”, siempre con el mismo objetivo desde el primer día: que el trabajador acepte cualquier oferta que haga la empresa para evitarse que haya juicio pero cobrar igualmente.

Pedir más cosas en la demanda normalmente supondría pedir más dinero en total, con lo que aumentaría la diferencia entre lo que el trabajador pediría y la posible oferta de la empresa y disminuirían las posibilidades de que el trabajador la aceptara. Por eso los “laboralistos” piden menos para reducir las diferencias y aumentar las posibilidades de que el trabajador se “trague” cualquier oferta que haga la empresa. Especialmente, no quieren pedir nada de lo que tengan la sospecha que la empresa jamás aceptaría, por ejemplo las indemnizaciones adicionales por daños y perjuicios, que se reconociera un grupo oculto de empresas, que se reconociera la existencia de pagos en B… y menos aún quieren pedir "cosas raras" que les dieran más trabajo y ni siquiera supieran bien cómo funcionan.

Lo más probable es que el trabajador ni supiera que existieran las otras cosas que se pudieran pedir en su caso, pero si las conociera y quisiera que se pidieran, el “laboralisto” se podría negar con argumentos tan peregrinos, indeterminados e infundados como los siguientes: “yo no lo veo”, “es muy poco probable”, “se están perdiendo todos los casos”, “al juez no le va a gustar”… Incluso podría mentir directamente: “si pierdes tienes que pagar los abogados de la empresa”, “te pueden poner la multa de temeridad”, etc. El argumento que más demuestra su incompetencia es eso de que “pides mucho”. O sea que, para un “laboralisto” vividor, la cantidad que se puede pedir no depende de lo que diga la ley o las circunstancias del caso, sino que es a bulto según como sea el trabajador. Por ejemplo, en el caso de un camarero a jornada parcial con 6 meses de antigüedad que cobrara 800€, para un “laboralisto” vividor sería “pedir mucho” reclamar 7.500€ de indemnización adicional de daños por violación de derechos fundamentales en caso de que le despidieran por haber denunciado al bar ante Inspección de Trabajo. Como es un pringao que cobra 800€ y solo tiene 6 meses de antigüedad, para el vividor no sería mal acuerdo aceptar una oferta de indemnización de 400 eurillos y a la p… calle igual.

Basta con el sentido común para darse cuenta de que, puestos a demandar, al trabajador le da lo mismo pedirlo todo que pedir menos; siempre que se trate de peticiones ajustadas a derecho, no absurdas o falsas. ¿Por qué no aprovechar el mismo enfrentamiento con la empresa para pedir todo lo que proceda según el caso? Al trabajador le da lo mismo pedir 3 que pedir 1. Pedir 3 no impide que el juez le de solo 1 o 2 o nada, pero pedir solo 1 sí que impide que el juez le de 2 o 3 y no hace más difícil que no le de nada. Otra cosa es que para pedir más sea necesario, solo a veces, presentar dos o incluso más demandas en vez de solo una, porque hay unos procedimientos o tipos de demanda distintos según el objeto de la petición; pero eso es trabajo y problema del abogado, que para eso se le paga. Los jueces y los juicios no están solo para cobrar lo que sea seguro e indiscutible, sino que precisamente están para analizar si tienes derecho o no a lo que sea más discutible. Si no no serían jueces en un juzgado sino cobradores del recibo de la luz.

Pero el abogado “laboralisto” le dice el trabajador que “no lo ve” o que “pide mucho”. En realidad sí que lo ve, pero no quiere. No solo por la razón explicada de que pedir más puede dificultar el acuerdo, sino por otra razón mucho más prosaica y puramente españistana: pedir más es más trabajo que pedir menos. Hacer más cuentas, presentar más de una demanda y/o una demanda “más larga”… Sin olvidar que para pedir más hay que saber que se puede pedir más y por qué, con lo que en el peor de los casos puede que sea verdad que no lo vea, pero no porque no exista sino porque no sepa ni dónde hay que mirar.

Veamos un ejemplo nada extraño: trabajadora despedida mediante despido disciplinario “a ver si cuela”, pero curiosamente cuando la empresa se entera de que está embarazada. La trabajadora cobraba un salario anual 3.000€ inferior al salario correcto, porque le aplicaban el convenio incorrecto, y además había hecho 500 horas extras el último año por valor de 5.500€ y tiene pruebas de ello mediante los horarios que le comunicaban por email.

En un caso así, procedería demanda pidiendo la readmisión por despido nulo, cobrando los salarios de tramitación, y además la indemnización adicional por violación de su derecho fundamental a la no discriminación por razón de sexo, que podrían ser otros 7.500€. Además, otra demanda adicional de reclamación de cantidad pidiendo los 3.000€ de diferencias salariales, los 5.500€ de horas extras y los intereses moratorios de estas cantidades. Por lo que en total podría pedir más de 16.000€, aparte de la readmisión con los correspondientes salarios de tramitación. Incluso se podría solicitar que se acumularan los procesos, porque el cálculo de la indemnización de despido depende del que sea el salario correcto. Eso es lo que haría un verdadero abogado laboralista y luego ya se negociaría, si es que la trabajadora quisiera negociar para cobrar antes, pero partiendo de esas cantidades y no de otras inferiores. ¿Que no hubiera acuerdo? Pues a juicio y que decida el juez, que para eso está y para eso se paga al abogado con factura y al juez con impuestos. ¿Que luego el juez le diera unas cosas sí y otras no? Pues se recurriría o no, según como fuera el asunto.

Pero supongamos que la indemnización de despido improcedente fuera solo de 3.500€, porque la trabajadora apenas tuviera un par de años de antigüedad. Un abogado “laboralisto” podría pensar que la empresa quizá ofreciera el despido improcedente con esos 3.500€ como mucho, o puede que incluso menos, pero que jamás reconocería que el despido fuera nulo, ni menos aún que el convenio no fuera el correcto porque entonces la podrían demandar los otros trabajadores por lo mismo. Por tanto, si el abogado presentara una demanda pidiendo la readmisión y esos 16.000€ aparte, sería bastante probable que el trabajador no aceptara una oferta de solo 3.500€ y aún encima perdiendo su empleo; sobre todo porque el mismo abogado ya habría dicho antes, por escrito en su demanda, que sería despido nulo y además 16.000€.

Posible solución del abogado “laboralisto” en este caso: meter la demanda pidiendo solo la nulidad y subsidiariamente la improcedencia, porque eso es lo que dice el modelo que rellena siempre; pero nada de lo demás, y en cuanto la empresa ofrezca unos 2.000€ por improcedencia decirle a la trabajadora que es mejor que los coja. Lo demás, ni le mencionaría que se pudiera pedir, o le diría que sería “pedir mucho” porque solo tiene un par de años de antigüedad. Incluso podría negarle que se pudieran probar las horas extras con emails o grabaciones.

Ejemplos como este se podrían poner en un montón de asuntos, como las demandas por la negativa a una solicitud de conciliación familiar o de impugnación de una modificación sustancial y perjudicial del horario de trabajo. En esas demandas no solo se puede pedir la medida de conciliación familiar en sí misma o que se declare injustificada la modificación, sino que también se puede pedir una indemnización adicional por los daños y perjuicios que haya producido la negativa de conciliación o la modificación de horario mientras tenga efecto. ¿Qué hacen los “laboralistos”? No pedirla. Por lo explicado antes e incluso sin descartar que no la pidan sencillamente porque ni sepan que esa posibilidad existe en el proceso, porque no está en el modelo de demanda que rellenan siempre.

¿Tú te has encontrado con un “laboralisto” que te ha dicho que no te flipes que pides mucho? Pues cuenta tu caso en los comentarios.

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