En consecuencia, los “sindicatos” necesitan contratar abogados para atender las procedimientos judiciales que se vayan iniciando. En la mayoría de los casos los abogados están contratados laboralmente por el “sindicato”, pero en otros casos son despachos externos con los que tienen un acuerdo, sobre todo cuando tienen menos afiliados. Da lo mismo cómo sea, porque el caso es que cuestan dinero y si el “sindicato” se gasta mucho dinero en abogados entonces le queda menos dinero para contratar otro personal y sobre todo le queda menos dinero para contratar “sindicalistos”. Especialmente esos que llevan 20 o 30 años, o incluso más, cobrando del “sindicato” con ocultación ilegal de lo que cobran y sin justificación de la necesidad de su contratación ni del importe de su sueldo, que a veces supera el de los abogados. Por ejemplo, puede suceder que el secretario de la federación de forlayos asiáticos se esté levantando 45.000€ anuales sin saber distinguir los tipos de despido, ni los tipos de contrato e incluso sin ni siquiera saber bien cómo hacer las elecciones sindicales; siendo su “trabajo” pasarse por allí a contar afiliados para que no falte dinero para su sueldo, mientras que los liberados y los pringaos le hacen el trabajo de atender consultas, hacer elecciones, buscar nuevos afiliados, etc. etc. Mientras tanto, los abogados de su “sindicato” puede que cobren solo 25.000€ anuales, si acaso, teniendo todas las mañanas llenas de conciliaciones y juicios y todas las tardes llenas de consultas técnicas, además de mantenerse al día con las novedades legales y doctrinales.
Si al final hubiera que poner la demanda judicial, el siguiente paso podría ser intentar hacerlo lo más fácil posible, porque no tienen el suficiente número de abogados para hacerlo de otra forma. Así como intentar que el trabajador aceptara cualquier oferta que hiciera la empresa por muy mala que fuera, aunque el trabajador tuviera toda la razón y la carga de la prueba fuera de la empresa. Incluso llegar a recomendar aceptar ofertas de despido en casos que no fueran de despido. Si consiguieran que el trabajador aceptara una oferta, no habría juicio, no habría recursos… menos tiempo, menos gastos, todo mucho más fácil…
La analogía con los seguros de hogar funciona a la perfección. El afiliado paga para tener abogado gratis cuando “se rompa algo” en su trabajo. Igual que el asegurado paga para tener fontanero gratis cuando se rompan las cañerías. La aseguradora cutre de los típicos seguros de hogar baratos primero le dirá que el seguro no le cubre lo que le ha pasado. En caso de que sí que lo cubra, le mandarán al típico fontanero de empresa multiservicios al que le van a meter el máximo número de avisos el mismo día y al que le van a pagar lo mínimo posible. Mientras que la aseguradora se forra, el fontanero cobra un salario muy limitado, con lo que puedes imaginar el interés especial que pondrá en el trabajo.
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